domingo, 20 de julio de 2014



Viajé 22 horas en tren, 28 en camión. 

Estuve en unas cabañas en la sierra, luego en un hotel en la playa. 

Me metí al mar. 

Leí. 

Hablé. 

Escuché muchas veces el disco de 'Riding with the king', el de 'Pure Heroine', los éxitos de Etta James y un audiolibro con el quinto volumen de los eventos desafortunados narrado por  Lemony Snickett. 

Pensé mucho, en muchas cosas. Sobre todo en el muchacho que espero que me espere en el D.F. 

A la N. las cosas casi nunca se le presentan claras a la primera. Las poquísimas corazonadas que ha tenido han resultado equivocadas. Los planes se le hacen agua por todas partes. 

La N. decía que no le tenía miedo al desorden, a las dudas, al 'y qué pasa si_____?'. Y que entonces había que estirar la cuerda para ver qué tanto daba, para ver si esta vez aguantaba más. 

Pero entonces, ahora, me doy cuenta de que quiero viajar ligera. Que no tiene nada de malo hacerse bolas, imaginarse historias posibles, finales diferentes. Pero supongo que en este momento de mi vida estoy, por primera vez en mis 29 años, aprendiendo a estar enamorada de alguien de carne y hueso. Y quiero hacerlo bien, y quiero jugármela limpio. 

Lo único que tengo cierto cuando pienso en él, es que es un ser humano hermoso. Hermosísimo. Y así, de a poquito, le voy perdiendo el miedo a entender la autonomía de una forma diferente. Le voy encontrando el gusto a conocerlo todo lo que puedo, y a creer y sentir que lo único que tengo que hacer con esta relación es quererlo mucho, muchísimo. Es hacer todo lo que esté en mis manos para hacerle este mundo más amable. Darle todos mis abrazos, y todos mis besos, y todo mi cariño, y toda mi admiración, y decirle una vez y todas las que sean necesarias que es un ser hermoso. Que estoy feliz de estar con él. 

Que por fin (por fin, por fin) estoy empezando a creer que cosas buenas de verdad me pueden pasar a mí; sin verdugos esperándome en la esquina, sin cuentas por pagar en la vida de los meses siguientes, sin regalos espejismos, sin bufones, destinos, pecados ni condenas. Cosas buenas de verdad. Y él es una de esas. 



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