lunes, 29 de septiembre de 2014

Lunes, II



Todos los lunes a eso de las 10:00 de la noche paro un taxi muy al sur de la ciudad y, cual la "mujer saliendo del psicoanalista", dedico todo el trayecto a enrollar hilitos, recoger piezas sueltas, limpiar una que otra lágrima, soltar una que otra mala palabra. 

Hoy, sin embargo, mi rutina fue interrumpida por una especie que pensé en peligro de extinción: el taxista que conversa. Para mi muy grande sorpresa y placer, se pasó buena parte del trayecto hablándome de Bakunin y de por qué es que yo - si es que quería ser una buena profesionista - debería de leer por lo menos "Dios y el Estado", para entender mejor cómo funciona esta sociedad

Quiero decir que su plática me conmovió mucho, y no porque sea la típica colonialista de mierda que piensa que los pobres desdichados apenas y pueden hablar del último episodio de "La Voz México",  y que entonces qué tierno y qué inspirador encontrarte a uno de su especie hablando en tu lenguaje de autores y conocimiento. No.

Me conmovió mucho porque me recordó a mi papá. 

Quién sabe a cuántos pasajeros habrá aburrido/ilustrado/asombrado/soprendido mi papá dictando clases sobre historia mundial en su taxi . A cuántos les habrá hablado de la II Guerra Mundial, del imperio Turco Otomano, de los rollos del Mar Muerto. 

Mi papá, el taxista más culto de todo Saltillo. El que, ante la exasperación y los reclamos de mi madre, gastaba la mayor parte de su bajo salario en libros de viejo. Mi papá, el que, sin embargo, dejó de ir a una de las tres librerías de viejo de Saltillo porque el dueño siempre lo recibía con un "¿cómo va la chamba jefe?", y a él le daba pena decirle que igual, poco pasaje, gasolinas en aumento... igual.

"Donde esté tu tesoro estará tu corazón", dicen las Sagradas Escrituras. Qué corazón tan bonito el suyo, ese taxista con libreros llenos y cabeza llena de esperanzas.  

***
He estado pensando que quizás los hombres de mi vida hayan sido mis ejemplos más tiernos de los dobleces del fracaso. 

No podría estarles más agradecida. 


2 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

Tu padre suena a alguien con quien me habría gustado conversar.

N. dijo...

=) Estimado Alexander Strauffon:

Muchas gracias por la terquedad de leerme.

Abrazos,

N.