jueves, 27 de marzo de 2014

Soy sólo una chica con un transtorno mixto

Darse cuenta de que los días pueden empezar de una manera diferente es casi como el maná.

Los pasados cinco días (sábado, domingo, lunes, martes y miércoles) desperté en medio de ansiedad y lágrimas. Es horrible y no pretendo explicarle a la gente que es una cosa que va mucho más allá del drama en turno o de la incapacidad para ser optimista y paciente.

Ya lo dije por acá: la ansiedad es una cosa que combina un desequilibrio químico en nuestro cerebro con incidentes de la cotidianeidad. O algo así entiendo. Es decir, que una cosa aparentemente sencilla se sale de proporción porque hay una predisposición a la sobre-reacción química. No entiendo muy bien, pero creo que es algo así.

El martes tuve que ir a un evento muy nice a las 10 de la mañana: lugar elegante en Coyoacán, me estaban esperando con un personificador, tuve que hablar al final de la presentación. Mi trabajo es francamente envidiable: ésas cosas las tengo que hacer por lo menos una vez por semana. La gente me trata bien, me entero de cosas importantes y que me interesan mucho (ese día por ejemplo la presentación fue sobre un informe de la CEDAW) y etc. Y todo el tiempo, todo el tiempo, estuve sintiendo ansiedad, apretándome las manos y tratando de ‘pensar en otra cosa’.

Ahora, cuando una está muy ansiosa y llora, la ansiedad se calma un poco. Así que el martes en la noche me puse a llorar  y lloré muchísimo; resultado: ayer vine a la oficina con los ojos hinchados y muriéndome de sueño.

Estoy asustada porque según yo estas cosas ya habían pasado. Estoy asustada porque no he dejado de tomarme los antidepresivos todos los días, sin falta, y de todas formas esto. Estoy asustada porque a veces, como el martes, pienso que ‘esto es una pesadilla y nunca se me va a pasar’.

Pero luego hoy me obligué casi literalmente a pararme a las 6 de la mañana para ir al gimnasio a correr. Correr es una cosa hermosa: los primeros 10 minutos me duelen las piernas, me duelen los senos, me duelen los pies y me pregunto si podré aguantar más rato, pero una vez que pasa eso se me olvida que estoy corriendo y ése es el momento más chingón de hacer ejercicio: cuando ya ni te das cuenta.

Regresé al departamento, Q. escuchó que estaba en la cocina y salió de su cuarto a desayunar conmigo.

Hay gente que me hace tanto bien: gente empática, gente que abraza con cara de ‘te juro que no entiendo lo que te pasa, pero está jodido verte así’, gente (como mi hermana) que me da la mano en la calle o en cualquier lado cuando me ven ansiosa. Y eso es bien bonito.

Así que hoy mi día empezó bien.

Darse cuenta de esas vueltas y ese ‘hoy está siendo diferente’ creo que debe ser una de las cosas más bonitas de estar viva. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mira Nat, me acordé de Fiona Apple y su anxieti speech...

https://www.youtube.com/watch?v=xCgT12-d_a4


E.E.