Las cosas disfrutables que
últimamente hago los domingos: levantarme tarde, ir a almorzar con una amiga
(M.), después ver con Y. cuatro capítulos al hilo de una serie con la que
estamos clavadísimas. Historias bonitas
y milagrosas cómo es que M. y Y. terminaron siendo las mujeres que hoy me
dedicaron una parte de su día: M., que fue esa desconocida que pasó por mi
oficina a hablar sobre un caso de violencia sexual en C.U. hace unos meses, y
Y., que hace muchos, muchos años, fue mi alumna en Saltillo. A veces las cosas crecen de una manera tan
impredecible y tan bonita, que no queda sino seguir asombrándonos ante el
milagro de los cafés, las mañanas y las tardes compartidas precisamente con ellas. La
relación inicial era de funcionaria - colaboradora, maestra - alumna, y luego
ellas dijeron y yo dije y respondimos y esto: el milagro de construir algo con
alguien.
Después del almuerzo con M.
pasé a la librería que estaba a dos pasos del lugar en el que comimos sendos
chilaquiles con aguacate y crema. Vi un libro muy bonito de Danielewski que en
la portada decía "del autor de House of leaves". Recordé a J.
J.
Una reflexión más extensa
podría ser hecha sobre mi experiencia en estos meses con Tinder y las miles de
cosas que he pensado algunos sábados y/o domingos sentada frente a extraños que
no tengo ninguna intención de volver a ver. Con J., sin embargo, algo pasó
diferente y me dieron ganas de que no fuera una sola vez, una sola charla, una
sola ventana. Quizás porque la primera vez que nos vimos estuvimos cuatro horas
seguidas sentados en un café riéndonos de Rayuela mucho rato. Pero riéndonos
bien de Rayuela, o sea, como dos personas que lo leyeron - releyeron -
disfrutaron - sufrieron y ligaron una parte de sus recuerdos juveniles a esa
experiencia. O sea, no con el esnobismo hispteriano que dice 'qué hueva
Rayuela' como un lugar común más de los ya muchos que nos rodean.
Total, que en una de las
pláticas siguientes, J. mencionó House of Leaves con mucho amor. Me contó una
anécdota al respecto y a mí, cursi as always, me conmovió mucho que alguien me
enseñara de manera tan abierta su cariño por un libro. La anécdota además era
que compró el libro dos veces y dos veces lo perdió, la segunda habiéndoselo
prestado a un amigo (muy querido, supongo) que en un divorcio - naufragio
perdió la mitad de sus libros, el de J. incluido.
Así que hoy en la librería
cuando vi "The familiar, vol.1", el libro nuevecito de Danielewski
(igual de bonito, bonito, codiciable que los anteriores) me dieron muchas ganas
de comprarlo para J. Lo dudé un buen rato porque: 1) no estaba barato, 2) J. y
yo no somos tan amigos y pues, no sé, no quisiera complicarlo demasiado
quebrándose la cabeza pensando por qué una morra a la que ha visto dos veces le
regala algo tan chido, y 3) porque J. últimamente ha estado medio raro conmigo,
medio ansioso por dejarme claro que 'he's not that into me' .
El último argumento era el
más pesado, así que dejé el libro y caminé hacia el otro pasillo. Pero después
pensé que estaba siendo muy ridícula pensando casi peligrosamente en términos
de merecimiento. Y yo odio, odio, odio, relacionarme con la gente bajo esas
condiciones. Es decir: hay gente que no merece que le conteste los mails, y hay
otra que merece mucho más de lo que he sido capaz de dar, y hay gente que
merecería no estar ni siquiera en mi fb y que sigue ahí. No es porque no me dé
cuenta de que han sido mala onda conmigo, de que me han hecho equis o ye cosa.
Es sólo porque desde hace tiempo decidí que esa no era la forma en que yo
quería llevar mi vida, pensando siempre si fulanito o sotanito se merece o no
mi amistad/compañía/amor. Nope. Yo quiero hacer lo que yo quiera, también en
esto. Lo que me salga de adentro, merecido o no. Éste es otro aprendizaje que
me ha costado un chingo, pero con el que ahí voy.
Así que sonreí, me regresé y
compré el libro. Pensé que sería una especie de experimento: te estoy regalando
algo que seguro te va a gustar mucho por la única razón de que me dieron ganas
de regalártelo. Es una acción autocontenida: ni forma parte de un plan, ni es
con la intención de que me regreses nada, y ni siquiera con el propósito oculto
de que me llames el fin de semana.
Además, J. y yo habíamos
quedado de vernos hoy más tarde, así que ya está, según yo no había tiempo de
pensarlo mucho. Cuando salí de la librería me sentí como niña chiquita
anticipándose en la emoción de dar el regalo. O sea: tuve que contenerme para
no mandarle un mensaje por whatsapp diciendo 'hey, te tengo un regalo que
empieza con libro y termina con Danielewski' jaja.
El punto bonito/instructor
de la tarde fue que justo estaba en eso cuando J. me canceló, again, el café de
hoy.
Caminé al departamento cargando
el libro y la desilusión (#dramaqueen). Me imagino que es poco probable que
vuelva a ver a J. alguna vez y ahora pues, ya está. Si tan sólo me hubiera
cancelado 20 minutos antes quizás ni siquiera hubiera tenido que entrar en mis
dilemas de lo compro - no lo compro.
Fue una tristeza bonita
anyway, comprar un regalo con mucho cariño y luego darme cuenta de que ni
siquiera estaba el destinatario. Es una imagen triste amigues, tener ganas de dar
algo y quedárselo guardado (esta ternura
y estas manos libres, ¿a quién darlas bajo el viento?). Pero luego pensé
que el experimento seguía en pie, y que hay qué ver que pasa ahora con ese
libro. De entrada, obviamente yo lo voy a leer. De seguida: en diciembre lo voy
a tener que regalar anyway porque tendré que deshacerme de al menos la mitad
de mi biblioteca. ¿Quién será el o la afortunada que no estaba en los planes pero
que va a terminar con The Familiar en
su librero?
Parece que no tiene nada que
ver con M. y Y. pero sí porque qué chingón que, de alguna forma, los regalos terminan
sólo llegando.
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http://www.npr.org/2015/05/10/404917355/danielewski-returns-with-a-long-sideways-look-at-the-familiar?utm_medium=RSS&utm_campaign=books
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http://www.npr.org/2015/05/10/404917355/danielewski-returns-with-a-long-sideways-look-at-the-familiar?utm_medium=RSS&utm_campaign=books
1 comentario:
Eres bien chingona, Natalia. Qué bello post, qué bella tú con tu manera de vivir y el respeto y congruencia con que lo haces... te quiero bastantototote.
Emilia Eloísa.
Abrazos, sonrisas y harta buena vibra por qué no.
P.D. Te debo un email. Siempre. Ja.
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